lunes, 17 de agosto de 2020

RELIC

Ficha técnica


Título: Relic
Guión: Natalie Erika James, Christian White
Director: Natalie Erika James
Año: 2020
País: Coproducción Estados Unidos-Australia
Duración: 89 min
Reparto: Emily Mortimer, Bella Heathcote, Robyn Nevin, Steve Rodgers, Chris Bunton, Jeremy Standford, Catherine Glavicic, Christina O´Neill, John Browning Northover
Productora: AGBO, Carver Films, Film Victoria, Nine Stories Productions, Screen Australia
Fotografía: Charlie Sarroff
Música: Brian Reitzell
Género: Terror



Una alegoría del ciclo de la vida


Edna (Robyn Nevin), una anciana que vive sola, no da señales de vida a su familia durante días. Su hija y su nieta acuden a la casa para averiguar qué ha pasado, y a las pocas horas Edna aparece sin dar explicaciones de dónde ha estado ese tiempo. A partir de ahí, las tres conviven en la casa haciendo frente al extraño comportamiento de Edna, derivado de la demencia que sufre, y a diversos fenómenos inexplicables que ocurren en la casa.

Una historia relativamente sencilla y algo trivial en apariencia. Sin embargo, la historia que desarrolla Natalie Erika James va mucho más allá de las casas encantadas o un caso de posesión. Según avanza el filme, Relic sorprende con una profunda reflexión sobre la vejez, la muerte y el ciclo de la vida. La directora coge lo más representativo del cine de terror y lo pone al servicio de un guión complejo que cuenta una historia mucho más visceral, mucho más cercana a la realidad que cualquier película del género de los últimos años que acuda a nuestra memoria, una historia que logra conectar con las entrañas del 99% de los espectadores sin explotar el drama y recurriendo al terror como sentimiento presente en las situaciones cotidianas causadas por la demencia. 

Es inusual que con este tipo de subtexto se recurra al género de terror y no al drama. Sin embargo, aquí el drama de la demencia y la forma en que las familias se enfrentan a esta enfermedad da lugar a un filme de terror psicológico perfectamente hilado, en el que se plasma tanto en los diálogos como en el desarrollo de las escenas (la casa oculta tras el armario, el juego de las paredes que se estrechan y la escena final en la que la hija se queda sola con la madre, como metáforas) la extenuación que supone esta enfermedad y el verdadero terror al que se enfrentan las familias.

Relic es el relato de un miedo mucho más identificable para el espectador que los monstruos o los fantasmas. Nos encontramos ante una historia tan bien construida tanto desde el punto de vista del guión como de la realización y el montaje, ambos clave para  marcar el ritmo necesario de la narración,  que no necesita recurrir a efectos especiales ni abusar de los clichés del género. 

A través de un manejo excepcional del ritmo narrativo Relic nos muestra una escenificación del ciclo de la vida de la mano de Edna, Kay (Emily Mortimer) y Sam (Bella Heathcote) que representan a las tres generaciones de la familia. La historia comienza por descubrirnos una familia con algunas grietas en sus relaciones que da lugar a la soledad de las tres mujeres. Edna lucha sola con la irrevocable pérdida de sus recuerdos, y Kay ve en su madre su propia soledad inminente debido a la inexistente relación con su hija, Sam. Sin embargo, el encuentro de ambas en la casa de Edna hace que su unión vuelva a fortalecerse para hacer frente a los últimos días de la vida de Edna y acompañarla en su final. 

Y la guinda de este guión se encuentra en la última escena, una escena en la que Edna abandona su soledad en los últimos instantes de su vida acompañada por su hija y su nieta, para las que ese momento supone una redención. Esta última escena es impactantemente simbólica y significativa, sin diálogos ni apenas acción, pero con una propuesta visual y una composición de planos que son la metáfora perfecta de lo que relata la película, un diálogo con la muerte, la escenificación de un problema al que se acaban de enfrentar Kay y Sam, y al que se volverá a enfrentar Sam en un futuro no muy lejano con su madre. En un solo plano, una alegoría del ciclo de la vida.